LOS NARRADORES DE LA 104

LOS PEQUEÑOS HACEN DE LA SUYAS

sábado, 22 de agosto de 2009

Posted by Picasa

LAS MANZANAS DEL SEÑOR PEABODY

Libro escrito por Madonna.

En la ciudad de Happyville (que no era una ciudad muy grande), el señor Peabody felicitó a su equipo de la liga juvenil de béisbol por haber jugado un gran partido.El equipo no había ganado, pero nadie le daba mucha importancia, porque se la habían pasado muy bien jugando.
El señor Peabody era el profesor de historia de la escuela primaria de la ciudad, y durante el verano dedicaba todos los sábados a organizar partidos de béisbol contra otras escuelas.
El pequeño Billy Little ( que no era un chico muy grande) era uno de sus alumnos. Le gustaba jugar béisbol más que nada en el mundo, y para él, el señor Peabody, era el mejor. Después del partido, siempre se quedaba un rato más para ayudarle a recoger los bates y las pelotas. Al terminar , el señor Peabody sonreía y le decía:
- Gracias, Billy, los has hecho muy bien, nos vemos el sábado que viene.
Luego, se iba andando a su casa por la calle principal de Happville ( que no era una calle muy grande), saludaba a toda la gente que conocía, y todos le devolvían el saludo. De camino, siempre pasaba delante del puesto de frutas del señor Funkadeli. Allí, el señor Peabody se paraba y admiraba las manzanas frescas del señor Funkadeli. Entonces, tomaba la manzana que brillaba más, se la metía en la bolsa y proseguía su camino.
Al otro lado de la calle, Tommy Tittlebottom observaba con curiosidad al señor Peabody mientras se iba tranquilamente con las manzanas.
- ¡Qué raro!- se dijo- . El señor Peabody no ha pagado la manzana a nadie.
Tommy se subió al monopatín y corrió a contárselo a todos sus amigos.
Al sábado siguiente, el equipo del señor Peabody jugó otro partido y perdió ( como siempre), pero nadie pareció darle importancia, porque se la habían pasado muy bien jugando. Billy recogió los bates y las pelotas, y el señor Peabody empezó a andar hacia su casa. Saludó a toda la gente que conocía y ellos le devolvieron el saludo. Una vez más, se paró frente al puesto del señor Funkadely, tomó la manzana que más brillaba, se la metió en la bolsa y prosiguió su camino.
Esta vez, al otro lado de la calle, Tommy Tittlebottom y sus amigos observaron al señor Peabody y no podían creer lo que estaban viendo.El señor Peabody no había pagado la manzana.
Se apresuraron a contárselo a todos sus amigos, que se lo contaron a sus padres, que se lo contaron a sus vecinos, que se lo contaron a sus amigos de la ciudad de Happville ( que no era una ciudad muy grande).
El siguiente sábado, el señor Peabody esperaba solo en el campo de béisbol, preguntándose dónde estaban todos.
Entonces vio a Billy, que caminaba hacia él con cara triste.
- Hola Billy. Me alegro de que hayas venido, pero, ¿ dónde está el resto del equipo? - preguntó el señor Peabody.
Billy no contestó.
- ¿ Qué pasa, Billy? - volvió a preguntar el señor Peabody.
Billy no quiso mirarlo a los ojos.
- Todos piensan que usted es un ladrón - dijo, mirando al suelo.
El señor Peabody parecía extrañado. Se quitó el sombrero y se rascó la cabeza.
- ¿Quién dice que soy un ladrón, Billy? ¿ Y qué he robado? - preguntó.
- Tommy Tittlebottom y sus amigos dicen que lo han visto dos veces tomando una manzana del puesto de frutas del señor Funkadeli, y dicen que no las ha pago- respondió Billy.
Ah !- dijo el señor Peabody, volviéndose a poner el sombrero en su cabeza- . Vamos a ver qué dice el señor Funkadeli ¿ te parece?
Se pusieron a andar por la calle principal ( que no era una calle muy grande) , y el señor Peabody saludó a toda la gente que conocía, pero ahora algunos no le devolvieron el saludo, y otros incluso hacían que no lo veían. Finalmente, llegaron al puesto de frutas del señor Funkadeli.
Entonces se asomó el señor Funkadely que dijo:
-Vaya, ¿ qué hace aquí señor Peabody? ¿ Por qué no está en el partido?
-Hoy no ha habido partido - dijo el señor Peabody- y he pensado que tal vez podría venir a tomar mi manzana antes de lo habitual.
- Claro,¿Por qué no? - contestó el señor Funkadeli- .Ya me la ha pagado, como todos los sábados por la mañana cuando viene a buscar la leche. Puede venir a tomarlas cuando desee. ¿Quiere esa que brilla y es grande señor Peabody?
El señor Peabody tomó su manzana, sonrió y se la ofreció a Billy.
- Gracias por la manzana, señor Peabody, pero tengo que ir a buscar a Tommy y explicárselo todo - dijo Billy.
- Cuando lo veas dile que venga a mi casa. A mí también me gustaría hablar con él- contestó el señor Peabody.
Al cabo de un rato, Billy encontró a Tommy y le contó lo que había pasado con las manzanas. Le dijo a Tommy, que el señor Peabody, quería verlo cuanto antes. Así que Tommy se fue corriendo. Cuando llegó, llamó a la puerta y el señor Peabody fue a abrir. Se quedaron mirando un rato.
- Ay, señor Peabody- dijo Tommy-. No tenía ni idea. No debería haber dicho lo que dije, pero parecia que no pagaba las manzanas.
El señor Peabody levantó un poco las cejas y notó una cálida brisa en la cara.
- Lo que pareciera no cuenta. Lo que cuenta es la verdad.
Sin levantar la vista de sus zapatos, Tommy dijo:
-Lo siento mucho. ¿Qué puedo hacer ahora para compensarlo?
El señor Peabody inspiró profundamente, miró una nubecilla que había en el cielo y dijo:
- Ya verás, Tommy. Ven dentro de una horaal campo de béisbol y trae una almohada de plumas.
- De acuerdo- dijo Tommy, y se fue corriendo a su casa a buscar una almohada.
Una hora más tarde, Tommy vio al señor Peabody en el montículo del lanzador.
- Hola Tommy - dijo el señor Peabody- . Ven conmigo y no olvides la almohada.
Tommy siguió al señor Peabody hasta los asientos más altos de las gradas, sin dejar de preguntar cómo terminaría todo..........

¿ Y a ustedes, qué les parece? ¿Cómo terminaría todo? Imaginen el final para el cuento.